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Rigoberta Menchú, Premio Nobel de Paz.
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“Universidades deben acompañar construcción de la paz”: Menchú

La Premio Nobel de Paz dijo que hay que renovar la agenda social e involucrar a todos los poderes en busca de una paz firme y duradera.

Preparándose para su participación en el evento académico Pensando el Siglo XXI, que se desarrollará en la Universidad Autónoma del Caribe del 5 al 8 de septiembre, la líder indígena Rigoberta Menchú habló sobre el papel que deben jugar las universidades en Colombia ante la firma de un eventual acuerdo de paz y asegura que desde de las instituciones de educación superior se debe promover el liderazgo del futuro para darle sostenibilidad científica a los acuerdos.

¿Desde el mundo académico de qué manera se puede aportar a una paz y un posconflicto sostenible?

Yo pienso que a la academia le toca preparar líderes, dirigentes, hombres y mujeres que puedan ser facilitadores de diálogo, facilitadores de negociaciones, no de la negociación de la paz, sino de las negociaciones de los diversos conflictos que hay en torno a nuestras cosas, en torno a nuestras comunidades.

A la academia le toca recuperar la memoria de lo que infunde paz, por ejemplo el arte contemporáneo de los pueblos, asesorar museos que puedan plantear una cultura de paz, una educación para la paz, enaltecer quizás valores y principios que ya no se enaltecían.

Pienso que la academia tiene también que intensificar las investigaciones para  abrir nuevos horizontes. Creo que hay un impacto sicosocial que entender, una filosofía sicosocial que atender después de un conflicto armado. Yo me refiero a que la academia y la universidad tienen un rol en asesorar y acompañar políticas públicas en relación a la paz, o sea no solo los acuerdos, sino tratar que los acuerdos tengan una sostenibilidad científica.

En un país como Colombia, con 55 años de conflicto, ¿cómo hacer para que el posconflicto que se viene sea sostenible?

Depende mucho de qué espera la gente de Colombia, qué espera el pueblo colombiano, pero más que el pueblo colombiano, qué espera cada familia, cada gente de la sociedad, y para mí lo que deberíamos esperar es que realmente todos los problemas en Colombia se resuelvan mediante el diálogo, la negociación, la convivencia, mediante un desarrollo equitativo, pero un desarrollo producto de una dinámica institucional fortalecida que es lo que necesita el Estado. Pero si queremos una paz más simbólica entonces solo puede ser un momento de coyuntura, y si vemos la paz como coyuntura, yo creo que sería un grave error histórico.                              

Entonces yo espero que el pueblo colombiano valore profundamente lo que significa el cese definitivo del fuego. Ojalá que nunca más vuelva a abrirse esa guerra.

La paz solo es posible si hay una agenda sustantiva que toque las estructuras del poder, tanto del poder político como del poder judicial, el poder institucional, y que reeduque a todas las instituciones, porque la paz significa también renovar la agenda para permitir un diálogo multisectorial, que los partidos políticos tengan como código de ética un diálogo respetuoso, un diálogo de tolerancia, un diálogo que no sea de usurpación de poderes.

¿Cómo pueden ser reivindicados los pueblos indígenas de Colombia en la virtual firma de un acuerdo de paz?

Creo que es importante que los pueblos indígenas sean vistos como protagonistas, no como víctimas, porque el error más grande es que un pueblo que siempre luchó y que no inició la guerra para hacer sus conquistas de derechos también esté en el paquete de las víctimas, o sea son protagonistas. En tanto protagonistas yo creo que ahora hay muchas normas que se han avanzado.

Yo creo que nosotros, la academia, podemos hacer un impacto social de cuáles son las leyes colombianas que podrían ser hoy vigentes en la vida de los pueblos indígenas, sobre todo en relación a la tierra, la resolución de conflictos de tierra, los temas de la identidad, la educación en el contexto multicultural, el respeto a  la diversidad que representan las civilizaciones ancestrales. O sea tenemos mucha experiencia en el continente que podemos poner en marcha en este tiempo para que los pueblos indígenas por fin tengan su sitio sagrado en el corazón de una tremenda sociedad multicultural y multiétnica como Colombia.

Entonces creo que este es un momento muy importante para los pueblos indígenas y trabajar una agenda. La agenda que se trabaja que no solo sea lo que se negocia en los acuerdos de paz. Nosotros logramos un acuerdo específico de paz que se llama Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, este acuerdo nos permitió afianzar la academia de

lenguas mayas, nos permitió crear la Defensoría de la Mujer Indígena, nos permitió también afianzar la aplicación de la justicia en una visión de pluralismo jurídico. En la academia no se entendía qué era pluralismo jurídico, pero cuando dimos unos pasos en tribunales, hicimos manuales sobre qué significa discriminación, cómo tipificar algunos delitos, pues definitivamente se fue entendiendo qué es pluralismo jurídico.

Entonces tenemos algunas experiencias en el continente que creo yo podemos acompañar en Colombia porque no hay que inventar de nuevo, tenemos varios convenios, el convenio 179, tenemos la declaración universal de los derechos de los pueblos indígenas, son principios universales importantes. Tenemos muchas normas sobre el trabajo, también tenemos otras diversidades que tienen derechos hoy y que han conquistado derechos. Entonces yo siento que para los pueblos indígenas ya no se sigue la ruta de a ver cómo conquistamos nuestros derechos, sino cómo ejercemos nuestros derechos en una nueva era de paz. Ese es el desafío para mí y ojalá que todos veamos así la situación de los pueblos indígenas.

De acuerdo con la experiencia de Guatemala y lo que usted ha podido percibir en su experiencia alrededor del mundo, ¿por qué no hay que tenerle miedo a la paz? Pareciera que en Colombia todavía le tenemos miedo a vivir en paz y a acabar con un conflicto de tantos años. ¿Qué decirle a la gente  en Colombia sobre ese tema en particular?

Yo creo que la inmensa mayoría de la gente no tiene miedo a la paz, quienes tienen miedo a la paz muchas veces, es porque de alguna manera se consideran parte del conflicto, de alguna manera tienen algunos intereses mucho más allá de la colectividad y piensan que se dañan sus intereses, porque la guerra también, no hay que engañarse, la guerra es producto de intereses particulares, de beneficios que da la guerra.

Entonces yo pienso que no debemos confundir la noción de una mujer en la casa, de unas personas humildes que venden todos los días atol en la esquina, de la gente que lucha por su vida diaria, lo que menos quiere ver es sangre, o sea, la mayoría de la gente que habla conmigo lo que quiere es que haya solamente un día en su vida que no haya un atropellado, que no haya una muerte por violencia.

Yo pienso que todos, de alguna manera, queremos la paz, pero a veces el mensaje no llega, entonces genera incertidumbre, pero yo creo que tenemos que afianzar mejor el poder local, las municipalidades pueden hacer mucho, la academia puede hacer mucho, los empresarios de buena fe, de buena voluntad y que entienden su misión social pueden apoyar muchas iniciativas que antes no lo hacían. Podemos renovar nuestra agenda social, y yo sí creo que la gente toma una decisión correcta cuando tienen información correcta.

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